martes, noviembre 11, 2014

Debo admitir que siento que me saqué un peso de encima, por más que tal vez llegue a extrañarla, por más que la costumbre me termine sacando de quicio, haciendo que quiera correr otra vez a la comodidad de lo ya conocido. No la quiero en mi vida, ni hoy, ni mañana, ni nunca más. No necesito personas toxicas a mi alrededor, no necesito y no quiero tener que preocuparme por que digo, dejo de decir, por si puedo hacerla enojar. Estoy cansada de ella y de las situaciones que me causa, o mejor dicho, me causaba. Aprendí que nunca fue sincera y mucho menos una amiga, ella simplemente era un espejo de lo que yo creía que quería llegar a ser: una mala persona fría como el mismísimo Polo Sur, que aparentemente no necesitaba de nadie más para estar bien, solo de cigarrillos y música, alguien que no teme decir lo que piensa, sin ningún tipo de pelo en la lengua. Si, solía creer que ella era todo eso, y solía admirarla. Descubrí que tengo una facilidad increíble para mentirme, me inventé y me creí que la quería a mi alrededor porque ella no temía decirme lo que pensaba, aunque me lo dijera de una manera cruel, yo creía que ella me era sincera por sobre todas las cosas. Todo eso es basura, ninguna de las anteriores características la retrata. La realidad es que la mantuve cerca porque ella solo me decía lo que yo quería oír, disfrazado de una manera poco agradable que me hacia creer que ella me daba su opinión sin importar como eso me afectara, pero hoy, viéndolo desde un punto de vista más frío, más distante, menos dependiente, logro ver que ella jamás me señalo un error sino que en cambio, me apoyaba en la idea de que yo hacía todo bien y los demás estaban equivocados, siempre los de afuera estaban mal y eran la peor escoria en mi camino. Ella se encargó de reforzar la idea de que yo no necesitaba de nadie, que todos los demás no eran nada al lado nuestro, que ellos simplemente eran decorados prescindibles en una historia donde las personas que nos reímos de las enfermedades y los genocidios somos mejores, menos susceptibles, menos atacables. Nada de eso es cierto. Hoy por hoy logro ver que ella me estaba envenenando y agradezco el haberme dado cuenta a tiempo, me alegra saber que no me parezco a ella ni un poco, para nada, cero. Tal vez en algún momento critico del año anterior fui su calco, creí que ser un sorete era genial, me arrepiento muchísimo. No se que me deparará el futuro, pero se que ella no figura en él, ni en un futuro cercano ni en uno lejano. No me arrepiento de haberla conocido ni de haberla creído mi amiga ya que gracias a esta experiencia puedo valorar mejor a las personas y a sus pensamientos, la cascara podrá parecer muy fuerte, pero por dentro el interior claramente se está pudriendo. Hasta nunca.

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